CASA HATCH, URB. CAMPO ALEGRE 1990
ARQ. OMAR SEIJAS
Colab: Arq. Randolph Corredor
Casa Hatch, una arquitectura significativa.
Texto: Arq. Abner Colmenares
Omar Seijas es un joven arquitecto quien, con apenas dos años de haberse graduado en la Escuela de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela, ha tenido la oportunidad de diseñar y construir su primer proyecto profesional: La Quinta Laha, una vivienda unifamiliar aislada, de más de 850 metros cuadrados de construcción, en una parcela con área de 2.470 metros cuadrados. Esta inusitada coyuntura permitió materializar el anhelo de todo arquitecto novicio: poder recorrer y ‘’vivir’’ una obra producto de sus ideas; comprobar en la ‘’cosa real’’ la validez de sus conceptos de diseño; y sobre todo enfrentar las realidades y vicisitudes del proceso constructivo. Diseñar y construir ‘’el primer proyecto’’ es un reto y una oportunidad para un arquitecto que apenas ha dejado las aulas universitarias. La primera obra quedará como testimonio de las habilidades y conocimientos adquiridos durante la etapa de formación profesional; además, la obra construida, con sus aciertos y errores, será vehículo para futuros trabajos, será la mejor tarjeta de presentación.
Para satisfacción des propietario, la Quinta Laha es una obra arquitectónica de excelente diseño y alta calidad constructiva, en la cual se evidencia, de nuevo, que la buena arquitectura tiene su origen en la reunión de clientes estupendos, constructores extraordinarios, y arquitectos competentes. La casa pertenece al joven empresario Don Hatch Jr., quien es hijo del recordado arquitecto norteamericano Don Hatch, diseñador de la embajada norteamericana, el CADA de las Mercedes y otras edificaciones importantes en la ciudad de Caracas. La familia Hatch fue la propietaria de la famosa Galería Hatch en Campo Alegre, que durante más de tres décadas y hasta el final de los ochenta permitió a los amantes del diseño adquirir lo último en muebles y objetos utilitarios productivos por las vanguardias internacionales. Don Hatch Jr. Estableció una estrecha relación con el arquitecto Seijas, tanto en la fase de proyectación como la fase de construcción de la casa lo que garantizó un elevado nivel de satisfacción con la obra terminada. La Quinta Laha fue construida por los maestros de origen Italiano Paolo Amodio y Antonio Di Cesare quienes cuentan con una dilatada trayectoria en el país. La obra fue terminada a finales de 1990. En el proyecto, iniciado en 1987 por Omar Seijas, colaboraron el arquitecto Randolph Corredor y la diseñadora Irene de Seijas. El trabajo de diseño incluyó, además de la arquitectura, el paisajismo y la ambientación de los espacios interiores. Seijas, consiente de su juventud, se rodeó de un equipo de ingenieros calculistas de larga y exitosa trayectoria profesional, que contribuyeron ampliamente en los procesos de diseño y construcción.
La concepción arquitectónica de la obra refleja la preocupación del arquitecto Seijas por diseñar una arquitectura significativa, a través del manejo de elementos simbólicos y formas trascendentales y arquetípicas, presentes en la arquitectura occidental. El concepto de diseño de la casa se conforma a partir de la inserción de dos ejes ordenadores, derivados de la geometría de la parcela, orientándose a su vez, a lo largo del eje solar en el sentido este-oeste, enfrentando de manera paralela al cerro del Avila y a las canchas de golf de Caracas Country Club. El sector está construido principalmente por extensas parcelas unifamiliares con grandes casas, construidas en su mayoría durante las décadas de 1920 y 1930. Casas que se encuentran amenazadas de demolición gracias a un cambio en las ordenanzas municipales que permitirá la construcción de edificios de viviendas multifamiliares. La parcela fue durante muchos años usada como vivero, lo que permitió crecer a muchos árboles que fueron respetados en el momento de decidir la ubicación de la casa, la cual se localiza, según el arquitecto, ‘’en la parte más cercana a las canchas de golf, para alejarse de las fuentes de ruido y concentrar la construcción en un lado de la parcela permitiendo disponer de un amplio espacio abierto en oposición al construido’’.
Siguiendo el eje de la calle, en el sentido norte-sur, se emplaza uno de los ejes ordenadores de la vivienda. Este eje se origina en el portal de acceso, y se conforma por una caminería hábilmente modulada con bancos, escaleras y espacios de contemplación, que va ascendiendo hacia el nivel principal, hasta encontrar el lugar de entrada, con su portón de dos hojas de madera. Luego un solemne espacio central, delimitado por la rígida geometría del círculo dentro del cuadrado, da la bienvenida al interior de la casa. Tal espacio está dominado por un gran vacío, acusado por un hueco circular, iluminado por luz natural, en la losa del entrepiso, vano que permite visualizar un espacio a doble altura en la planta alta, para rematar con una pirámide de cristal en el techo. Cuatro columnas cilíndricas, conformando el cuadrado, contribuyente a darle carácter ceremonial a este espacio que intenta, según Seijas ‘’ser un lugar destinado a ennoblecer la casa. Sólo las relaciones familiares, los incidentes domésticos, el recibir a los amigos, son los encargados de llenar ese lugar’’.
El eje articulador norte-sur, continúa su trayectoria hasta alcanzar su objetivo visual: el verdor de las áreas exteriores. Tal sentido de la transparencia se logra magnificar al cerrar el espacio con una pared ligeramente separada del techo, permitiendo la continuidad de la perspectiva. En esta pared se la ha ubicado en un nicho una escultura del artista moderno, polaco-norteamericano, Chadwisky, titulada Dos caras, pieza escultórica en alto relieve que sirve para valorizar la dirección de las visuales en el eje norte-sur. Desde el espacio central podemos observar el orden de los ambientes sociales de la planta principal agrupados en torno a la geometría del cuadrado y el círculo. Cada ambiente tiene su propia identidad, al estar sobriamente amoblados, con acentos decorativos logrados por lámparas, alfombras, cuadros y esculturas de excelente diseño. Todo dentro de la rigurosa simplicidad y abstracción del mejor mobiliario producido por la arquitectura moderna: sillas Barcelona de Mies Van der Rohe, butacas y mesas de Eero Saarinen, sillas con estructura de varillas cromadas de Harry Bertoia, y otras piezas de Miller o Knoll, que evocan los años dorados de la Galería Hatch.
Desde el espacio central-ceremonial y en rigurosa perpendicularidad al eje norte-sur, se intersecta el segundo eje ordenador de la casa, el cual indica la dirección solar este-oeste, e induce el recorrido hacia otros ambientes. Hacia el oeste, se ubican las escaleras que conducen a las dos platas complementarias de la vivienda, una planta alta y un sótano. Hacia el este, una caminería comunica con los generosos jardines, un gazebo y la piscina, donde de nuevo el valor del espacio, como vacío puro y simple, esta vez abierto hacia el infinito del cielo y con la evidente continuidad hacia los campos de golf, recompensan al espectador con una grandiosa vista del Ávila. El eje remata en una composición paisajística de rocas y sauces llorones, evocando lo sólido sobre lo efímero; y más allá, se percibe la torre de la iglesia de Campo Alegre, complementando las extraordinarias perspectivas de espacios abiertos, inmensamente verdes, constituyéndose en un verdadero oasis en el corazón de la ciudad como Caracas, tan cogestionada, sobre construida y contaminada. Definitivamente, ha sido un acierto concentrar la construcción y liberar la mayor cantidad de área verde. Sólo un cliente amante de la naturaleza y de los espacios abiertos y bucólicos, pudo regalarse algo cada día más escaso y valioso en el valle de Caracas: amplios jardines con perspectivas ilimitadas hacia el Avila. En la planta alta se ubican los espacios privados, dormitorios y el estar íntimo. De nuevo el espacio central vacío y los ejes ordenadores, dominan la distribución de los diferentes ambientes. El dormitorio principal cuenta con una mezzanina, la cual alberga un jacuzzi que tiene visual abierta hacia el Avila. En la plata el sótano, se encuentran áreas de juegos, la biblioteca, y un extraordinario bar tipo pub inglés. En este mismo nivel, aprovechando el desnivel y la pendiente natural del terreno se ubica el garaje techado, el cual es semienterrado, y se comunica con la planta principal por medio de una caja de escaleras techadas y exteriores.
Los detalles constructivos de la Quinta Laha fueron cuidadosamente diseñados y construidos, cada material ha sido minuciosamente trabajado, valorando sus cualidades estéticas y constructivas. Los acabados son impecables. El concreto martillado es de una calidad insuperable, las paredes de ladrillos macizos están perfectamente acopladas y revocadas, los pisos de panelas de arcilla rústica se encuentran limpiamente trabajados, y los detalles de carpintería y herrería están artesanalmente resueltos.
La arquitectura de esa vivienda caraqueña retoma el tema de la búsqueda de las formas arquetípicas y de los conceptos invariantes, asociados a la geometría pura y elemental del círculo y del cuadrado, y a la capacidad ordenadora de los ejes lineales. Tales temas arquetípicos y tales conceptos invariantes pueden ser reconocidos en la buena arquitectura, independientemente de su estilo o época histórica, al conformarse en patrones de organización de la forma arquitectónica que denota una intención cultural. Patrones que podemos ver reflejados en innumerables precedentes históricos: el círculo pétreo en Stonehenge, los menhires lineales de Karnak, el Panteón y los foros romanos, los claustros medievales, las iglesias basilicales, los edificios públicos de influencia Beaux Arts, etc. Todas estas edificaciones tienen patrones de organización de la forma arquitectónica que se remontan a orígenes arquetipales que vinculan la arquitectura con raíces sagradas o mitológicas, que existen más allá de nuestra comprensión, ero que forman parte del ‘’inconsciente colectivo’’ de la cultura occidental. Los patrones de organización, en este contexto, se reducen al círculo o la línea; al espacio centralizado o al espacio delimitado o al sentido de movimientos del espacio fluido. Así pues, el arquitecto Seijas ha diseñado esta significativa obra de arquitectura dentro de tal espíritu de búsqueda de significados arquetípicos y culturales de la forma arquitectónica. Con este enfoque teórico, Seijas se inscribe en las búsquedas de quienes fueron sus profesores durante sus estudios en la Escuela de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela: Dirk Bornhorst, Jesús Tenreiro y Gorka Dorronsoro, quienes han asumido una posición crítica frente a la arquitectura moderna, y en particular, frente al dogmatismo racionalista del estilo internacional, a partir de la valorización de la arquitectura como hecho cultural, llena de significados para el hombre y para los contextos urbano-ambientales donde se proyecte. Quizá, la sólida formación académica, llena del más puro humanismo arquitectónico, recibida por Seijas de tan insignes docentes y arquitectos, explique su solvencia profesional y su competencia creativa, que le permitió producir en su ‘’primer proyecto profesional’’ una obra arquitectónica que trascenderá por estar en resonancia con su tiempo y con la cultura.